sábado, 17 de marzo de 2012

¿Y DONDE ESTA EL NOBEL?

Raúl Aramburú Tizón
Burladero Perú

Debo confesar que a mi Mario Vargas Llosa y toda su fama, incrementada con la obtención del mayor premio literario mundial (que, a no dudarlo, posó los ojos del mundo en nuestro país, con toda la ventaja que eso significa) me produce una dicotomía de emociones y lealtades.


Soy un profundo admirador de sus obras – he leído casi todos sus libros con devoción y me enorgullece su literatura como embajadora de nuestro bagaje cultural por el mundo – a la par que desprecio su actitud política en diferentes circunstancias de nuestra historia última y me refiero a los últimos veinte años para el que crea que se trata sólo de su posición en las últimas elecciones.

Desde que todo lo que ha hecho a este respecto, usando para ello abusivamente su notoriedad, ha sido producto de una sutil venganza o producto de una incurable herida en su agigantado amor propio por su derrota electoral de hace dos décadas (por la cual se nacionalizó cobardemente español ¿recuerdan?)...porque a mi juicio y el de muchos, estoy seguro, siempre ha sobrepuesto su orgullo herido a los intereses nacionales.

Y aún cuando como personaje público no es santo de mi devoción ni mucho menos, sí le reconozco haberse erigido siempre como defensor de la fiesta de los toros de la cual se confiesa aficionado de pro. La ha defendido con conocimiento de causa siempre en cuanta publicación o foro ha podido, hay que reconocérselo. Y agradecérselo.

Pues ahora que en el estercolero de la plaza Bolívar – aquí me robo el epíteto de La Ortiga de El Correo – pretende un otorongo de segunda como el congresista/ministro José Urquizo Maggia, de triste recordación en la legislatura anterior cuando traicionando la confianza de sus electores (de Cajamarca nada menos) pretendió abolir absurdamente el espectáculo taurino en toda la república, ha promovido y logrado la aprobación en la Comisión de Cultura de la prohibición del ingreso de menores de dieciocho años a los espectáculos taurinos (la ley la debatirá el pleno en marzo) es que reclamo con vehemencia la presencia del ilustre literato que se ha llenado la boca siempre de ser un magnánimo defensor de la tradición y la cultura de las corridas.

Quiero pensar que el tiempo le ha ganado pues grande ha sido mi desilusión al abrir hoy las páginas de La República – donde ha recalado la siempre pródiga prosa de Vargas Llosa de un tiempo a esta parte – y me he encontrado con que el escribidor se ha convertido en cronista social comentando la boda del hijo de un amigo suyo en la India que por más insólito que sea…. no creo que supere la necesidad de levantar la noticia del atentado congresal a la fiesta dizque de sus amores.

Por eso me pregunto, con asombro, indignación y con el pleno convencimiento de la influencia mediática de la categoría de literato de nuestro compatriota,

en circunstancias tan adversas….

¿Dónde, maldita sea, está el famoso Nobel en estos momentos?

Lo estamos esperando.

Foto: Mario Vargas Llosa.