Por Oscar Mejía
Nuestra sociedad está llena de malos ejemplos, que vienen de personas y personajes de quienes se espera sean buenos modelos para jóvenes y niños y la colectividad en general.
Artistas, deportistas, cantantes, políticos, hasta intelectuales y etc., personas que por su notoriedad están obligados a ser buenos guías a seguir, diariamente aparecen en los medios representando lo que se da por llamar escándalos.
Eso sin contar la influencia negativa de los programas de tv, video juegos y otros, que además exaltan el prototipo perverso del narcotraficante y el sicario como personas de éxito.
A los toreros nunca se les ven inmiscuidos en malos ejemplos.
Porque los toreros son gente buena y de bien, respetados y respetuosos del mundo en el que viven teniendo a la familia como valor fundacional. Conocedores de Dios y lo aman y lo respetan en su creación la naturaleza, donde conviven con el campo y en contacto muy estrecho con los animales a quienes los toreros aman, especialmente al toro Bravo ese maravilloso príncipe del reino animal.
El torero muestra en el ruedo honestidad y valentía, expone la vida en busca de alcanzar un ideal, que en este caso es el arte. Para lograrlo tiene que superar su condición humana y estar a la altura de su adversario repleto de bravura, nobleza y fuerza y contender a muerte.
Ante los ojos del espectador llenos de colorido y esplendor auténtico se presenta la palabra héroe como calificativo.
Ante los ojos del espectador llenos de colorido y esplendor auténtico se presenta la palabra héroe como calificativo.
Los toreros son buen ejemplo a seguir.