domingo, 30 de noviembre de 2014

"EL NOBLE ARTE DE LA TAUROMAQUIA"


José Santos Alonso

La perniciosa influencia "cultural" de los países anglo sajones que persistentemente hemos sufrido y que forzosamente se nos quiere imponer en el intento de homologar nuestros gustos y costumbres con los suyos para un más fácil dominio de nuestras voluntades, ha desatado una infundada campaña contra las corridas de toros, la charrería, las peleas de gallos, los circos, y lo que se les ocurra o no les guste en lo sucesivo y, nuestros animalistas de toda índole se han tragado el anzuelo y han estado atacando, sin ton ni son, a todas las actividades en las que participan animales sin tener en cuenta que dichas prácticas son parte de nuestras tradiciones y por ende parte importante de nuestra identidad, de nuestra idiosincrasia y así mismo de nuestra economía, que como es sabido produce miles de empleos.


Y lo peor es que las censuran sin enterarse de las implicaciones culturales que tendría suprimir esas costumbres, tampoco se dan cuenta que para los animales en cuestión la práctica de las corridas de toros es benéfica ya que los toros de lidia reciben un trato mucho más benévolo y gozan de más tiempo de vida que sus semejantes para el abasto, tema del que no me explayo porque ya se ha repetido hasta la saciedad. Tampoco están informados de que la fisiología de los toros no les permite sufrir dolor al ser heridos, tema que se ha estudiado amplia y científicamente por veterinarios de probidad indiscutible de universidades y facultades veterinarias de Europa, estudios que demostraron esta particularidad del toro de lidia. Y mucho menos quieren reconocer que al prohibirse las corridas de toros la especie "Bos Tauro" -que neciamente los animalistas niegan como tal- se extinguiría, lo que sería precisamente contrario al objetivo de una organización ecológica.

Sobre las peleas de gallos, habría que preguntarse la diferencia entre retorcerles el pescuezo para matarlos y comérselos , a que se maten peleando, lo que sin discusión es su naturaleza; Así como si el cuidado y el período de vida de un gallo de pelea no es mejor y más largo que el de un pollo para la cazuela que suele ser mucho más corto y más cruel. También habría que pensar si su prohibición no acarrearía una disminución de empleos significativo en un país en el que estamos urgidos de fuentes de trabajo. De la peregrina ocurrencia de prohibir la charrería, que considero el colmo de la estulticia, me ahorro opinar por obvias razones, ya que este noble deporte es una de nuestras más genuinas expresiones nacionales.

Esta torpe manía de prohibir las corridas de toros y la charrería que el desinformado, inconsulto y desorientado Partido Verde Ecologista ha esgrimido, con la equivocada creencia de que esa proscripción encaja en los propósitos de la ecología, desgraciadamente se le ha metido en la cabecita a la cándida senadora plurinominal del PAN Gabriela Cuevas, -aquella que oficiosamente pagó la fianza del "Peje" para tratar de sacar la patota que metió su partido por encarcelarlo- sin que se haya dado cuenta de que si se prohíben las corridas de toros, las peleas de gallos y la charrería, lógicamente y por las mismas "razones" se tendrían que prohibir las engordas de pollos y la producción de huevo en Jaulas; las engordas de bovinos en corrales, la engorda de ovinos en embalajes y la pesca comercial y deportiva -porque si no lo sabe, debe enterarse de que los peces cuando los sacan del agua mueren por asfixia- Igualmente tendrían que prohibirse los acuarios, los circos con animales, los zoológicos, etc. etc. etc. por ser métodos de producción sumamente crueles. Lo que no creo que pueda hacer, como tampoco creo que eso le diera la popularidad que está buscando, ni mucho menos creo que entienda las implicaciones de su iniciativa, como tampoco entendió el ridículo que iba a hacer cuando el affaire del "Peje".

domingo, 23 de noviembre de 2014

FRANCIA NOS SIGUE DANDO LECCIONES

 
Por: Carlos Bueno

En general los empresarios franceses están obligados a cocinar sus carteles atendiendo a los gustos e indicaciones de las comisiones taurinas de cada ciudad. Los aficionados que integran esas comisiones tienen claro a quién quieren ver y a quién no. Los que dan la cara, los que realmente tienen interés se anuncian y vuelven. No valen cambios de cromos ni favores empresariales. Las ganaderías fraudulentas son apartadas por un tiempo. Nadie puede interceder por ellas. El resultado es de lo más positivo. Los aficionados, tal cual ocurre con la fiesta dels “Bous al Carrer”, son partícipes de la elaboración de las ferias, se sienten escuchados y respaldados. Inexorablemente las combinaciones acaban siendo de su gusto y en consecuencia el público responde en taquillas.
 

En España, la mal llamada Fiesta Nacional sigue teniendo que aprender de otras latitudes. Mal llamada porque no es propiedad española ni exclusiva de este supuesto país. Los toros son patrimonio internacional y gustan a personas de los orígenes más variopintos y exóticos. Además, después de haberse organizado corridas en multitud de naciones a lo largo de la historia, en la actualidad siguen celebrándose en Portugal, Méjico, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Francia. Y precisamente de Francia tenemos que copiar varias fórmulas que tan buen resultado están dando. Leyes y formas de trabajar cuya consecuencia es, por un lado la defensa real de la tauromaquia, y por otro la implicación del aficionado en el intríngulis de contrataciones.

En el apartado legislativo Francia nos ganó la mano declarando la tauromaquia Patrimonio Cultural Inmaterial hace más de tres años, y también tuvo mayor visión que España cuando redactó una ley que impide a los manifestantes antitaurinos acercarse a una plaza de toros a menos de 500 metros de distancia. Y recientemente nos ha vuelto a dar una lección al condenar con fuertes multas económicas a los radicales que protagonizaron actos violetos en Rion-des-Landes, los mismos que pueden sufrir más denuncias si se aplica la jurisprudencia en los juzgados de otros lugares donde también actuaron de forma ilegal.

Al fin y al cabo se trata de imponer la lógica. Es lógico que el cliente quiera sentirse atendido; es lógico que un espectáculo legal, democrático y secundado por la mayoría sea defendido por quienes nos representan; y es lógico que quien la haga la pague, quien la haga fuera de la ley, de forma irreverente, faltando al respeto y a las libertades. Sí, es cuestión de lógica. ¿Para cuándo imperará la lógica también en España, cuna del toreo?.