domingo, 30 de diciembre de 2012

EN DEFENSA Y LA DIFUSIÓN DEL ARTE DE LA TAUROMAQUIA


Independientemente de las raíces más profundas y antiguas de la Fiesta, que por cierto, parecen remontarse a los albores de los tiempos, en el nacimiento del hombre en la prehistoria, la Tauromaquia debe ser respetada porque es una tradición de tremendo calado… aunque haya quién no la comprenda. Oigan, hay personas que prefieren la otras cosas, pues allá ellos, mis respetos…

La Tauromaquia está reflejada de manera imborrable, aunque a unos poco les pese, en la cultura literaria, en la cultura popular, en el Arte, en todas sus facetas… Pintura, escultura, baile, cante, cine, refraneros, poesía… y cómo no, hasta en el lenguaje cotidiano, que se ha visto influenciado y enriquecido del maravilloso mundo de los toros… Frases como “coger al toro por los cuernos”, “Atarse bien los machos”, “tomar el olivo”, “rajarse” o “venirse arriba”, forman ya parte de nuestro lenguaje diario…

De la misma manera, considerando valores como el respeto a la naturaleza, al medio ambiente, la Tauromaquia sigue dando lecciones de cómo se ha de hacer sostenible la biodiversidad respetando los más bellos biotopos… Negar esto, es negar que hay día y noche.

Por encima de análisis ecológicos o económicos, están nuestros sentimientos… y lo que es más importante, nuestra libertad… Y elegimos emocionarnos con este Arte que sublima, elegimos seguir siendo taurinos… Es nuestra forma de vivir y sentir, una manera de ser…

Respetamos nuestras tradiciones y a nuestros antepasados, negarlas, es negarlos, es negar lo que ellos fueron y es negarnos a nosotros mismos… Es negar a todos los que se dejaron la vida en la sagrada arena de una plaza de toros, porque su sentimiento era torero…

Por ellos, y a pesar de unos pocos desinformados, damos testimonio desde antiguo de que aquí estamos… aquí seguimos y aquí seguiremos… "porque somos lo que queremos ser".

¡Viva el Arte de la Tauromaquia Carajo!

jueves, 27 de diciembre de 2012

¿PORQUÉ LOS ANIMALISTAS SON SOLO ANTITAURINOS?

David Carrascosa / Lluviadetoros

A nadie se le escapa, si se para a pensar un leve momento, que los animales de las granjas destinados a producción alimentaria para consumo humano sufren infinitamente más, pues lo hacen durante toda su triste existencia, que un toro durante el cuarto de hora o veinte minutos que pueda durar su lidia.

Sin embargo, he aquí la paradoja, que los autoproclamados defensores de los animales centran su atención en la defensa de este último dejando a un lado el sufrimiento de los primeros.

Sin embargo, la razón de esta sorprendente predilección es bien sencilla: ningún medio de comunicación se sentiría atraído ante una noticia en la que los animalistas expresaran su repulsa frente a una granja. Es posible que, en principio, tampoco lo estuviera por cubrir tal manifestación frente a una plaza de toros, pero estos supuestos defensores de los animales saben que los festejos taurinos cuentan de por sí con cobertura mediática, de la que se aprovechan. 

Así que a la pregunta planteada le corresponde esta respuesta: la defensa de los toros es una mera excusa para adquirir protagonismo mediático. El que los defensores de los animales sean solo antitaurinos no es más que una hipocresía de nuestro tiempo.

jueves, 20 de diciembre de 2012

EL PRESIDENTE DEL SENADO: "LA TAUROMAQUIA ES ALGO MUY SERIO, UNA FILOSOFÍA DE VIDA Y UNA CULTURA CAPAZ DE CREAR PASIÓN Y ARTE"

Por Íñigo Crespo
Revista Aplausos


"La Tauromaquia es algo muy serio, una filosofía de vida y una cultura capaz de crear pasión y arte. Estamos peleando y al final conseguiremos que la UNESCO reconozca la Tauromaquia como Patrimonio de la Humanidad". En estos términos se ha manifestado Pio García-Escudero, Presidente del Senado, quien este mediodía ha estado presente en el acto de entrega de los premios de la Asociación Taurina Parlamentaria. "La tauromaquia es una cosa viva, una manifestación cultural viva y rica. Es pasado, es presente y es futuro. Mientras exista un solo parlamentario taurino, un toro bravo, un hombre capaz de ponerse delante de él y un aficionado para emocionarse, esto seguirá para adelante siempre", ha subrayado. 

Quien fuera ministra de Cultura -Carmen Calvo- ha tomado la palabra antes de entregar el trofeo al Observatorio Francés de las Culturas Taurinas: "Nos habéis dado un ejemplo por hacer algo que nosotros todavía no hemos sabido hacer: proteger la Tauromaquia". André Viard, como presidente de la entidad francesa ha animado "a los políticos españoles a enviar un mensaje ético y cultural a todos los países taurinos del mundo".

La Fundación Joselito, el pintor peruano Humberto Parra y el portal taurología.com, han sido otros galardonados en un acto que ha contado con la presencia de más de un centenar de personas, representantes de todos los ámbitos políticos, culturales y sectores diversos de la Fiesta como toreros, ganaderos o empresarios.

domingo, 16 de diciembre de 2012

EDITORIAL DE EL TIEMPO DE BOGOTÁ: PROHIBIDO PROHIBIR

Bogotá tiene una afición más que centenaria que merece disfrutar de una tradición cultural legalmente reconocida. La decisión de la Corte lo reconoce así, y haría mal cualquier gobernante en tratar de hacerle un trincherazo a la ley.
La Corte Constitucional acaba de tomar una decisión que debería poner punto final a los debates sobre la prohibición de las corridas de toros en Colombia. Por amplia mayoría -seis votos contra tres-, declaró exequible la Ley 916 del 2004, que regula los requisitos necesarios para la celebración de festejos taurinos. Hace dos años, la misma Corte había declarado la legalidad de estos espectáculos en lugares donde existe la tradición de realizarlos.

En su nuevo pronunciamiento, la institución va más allá y rodea de garantías a los organizadores de corridas de toros al señalar que no pueden los alcaldes exigir para estos eventos más requisitos que los que habitualmente deben cumplirse en ellos con el propósito de avalar la seguridad y la salubridad del certamen.

Tampoco podrán alegar los gobernantes locales razones humanitarias ni filosóficas con miras a prohibir la fiesta brava, por cuanto ya fue declarada expresión cultural popular. No se menciona en el documento el caso de Bogotá, pero con seguridad la sombra de lo que ha ocurrido en la capital flotó en la sala del tribunal al debatirse la exequibilidad de la norma. 

Bogotá lleva largos meses sin festejos taurinos en su emblemática plaza de toros de Santamaría, porque el alcalde Gustavo Petro decidió prohibir las corridas acudiendo al expediente de cancelar el contrato de alquiler de la plaza a la corporación que desde hace años las programa. Se trataba, en realidad, de una decisión de fondo disfrazada de opción administrativa, pues Petro no oculta que le desagradan las corridas de toros y prefiere montar otra clase de actos en la arena y el redondel diseñados ex profeso para la lidia taurina.

Sobra decir que el Alcalde está en su derecho de que le atraigan o no las corridas y de que, como él, muchas personas participen de su muy respetable opinión. Pero esa no es razón suficiente para que imponga su gusto personal a los demás ciudadanos, y mucho menos al socaire de un contrato administrativo. 

Bogotá tiene una afición más que centenaria que merece disfrutar de una tradición cultural legalmente reconocida. La decisión de la Corte lo reconoce así, y haría mal cualquier gobernante en tratar de hacerles un trincherazo a la jurisprudencia y a la ley. 

jueves, 13 de diciembre de 2012

AL SEÑOR PRESIDENTE DE MÉXICO

El Bardo de la Taurina

En estas fechas sustraernos a lo que está viviendo el país políticamente y que tanto tiene que ver con el futuro de la Fiesta Brava, no es prudente,  y es que  la guadaña que blanden los depredadores que lo son los enemigos de las artes y las culturas, los  renegados sociales a quienes ya llaman "Somos 132 cornudos" y que se disfrazan de ovejas protectoras de un animal bravo desde el testuz hasta las pezuñas,  llamado toro de lidia, siguen amenazantes, por lo que hay que estar muy atentos para que cuando las cuadrillas tanto de el Señor Presidente como las del Jefe de él Gobierno capitalino terminen de acomodarse en sus respectivos burladeros  habrá que abordarlos  para prevenirles de la amenaza que ronda a la fiesta,  la cual no puede seguir viviendo con la zozobra y el peligro que un puñado de gavilleros le está imprimiendo por exhortaciones e imitaciones transfronterizas que aquí tienden a la desestabilización,  es  por ello y por el bien de las artes que esta cultura requiere ser respetada y protegida  en aras de su conservación a través de un blindaje, el que de no darse por consecuencias va a afectar  a diversa Secretarias de Estado y Dependencias Oficiales en lo nacional  y en lo defeño, pues sí los inconformes minoritarios logran la  abolición de la cultura taurina ¿Quién le va a ordenar a la SAGARPA que asesine a toda la especie de toros bravos que existe en el país?, ¿Quién le va a ordenar a la STPS que indemnice o les de chamba a todos a los que el homicidio taurino dejara sin laboral y sin sustento para miles de familias incluyendo las de los toreros, ganaderos, mexicanos de campo por citar algunos?, ¿Quién le va a decir a la SRA si las tierras especiales para la crianza de toros son liquidadas, expropiadas o usufructuadas?, ¿Quién alertara a la SEMARNAT de los ecosistemas de las ganaderías que se esfumaran?, ¿Quién va a instruir a la SEP para que "borre" como cultura nacional la fiesta popular más antigua de este país?, ¿Quien le va informar a la SHCP que ya no contara con la recaudación fiscal proveniente de la Fiesta Brava?, ¿Quién comunicara a la SE que las industrias que emanan de la tauromaquia causan baja?, Quien explicara a la SECTUR que uno de los mayores atractivos turísticos que tiene México ha desaparecido?, ¿Quién le hará saber a la SCT que las cuotas carreteras que diariamente le ingresan por la transportación taurina han fenecido?, ¿Quién cerrara la ventanilla de ingreso de la SRE por concepto de derechos de pasaportes de los profesionales del toreo?, ¿Quién ordenara a la SALUD que brinde sin costo la atención médica a quienes pierdan los servicios por la cancelación?, ¿Quién le rogara a la SEDESOL que les eche un capotazo a los que se van a quedar sin nada?.

Señor Presidente Don Enrique Peña Nieto, así es como le puede llegar a pintar el panorama a la Fiesta Brava, la cual  en sus ya casi quinientos años de vida  le ha dado a esta patria fama  mundial, no solo por la expresión taurina de sus famosísimos toreros Rodolfo Gaona, ‘Armillita’, Lorenzo Garza, ‘Manolo’ Martínez entre muchos, ganaderías de la que incluso la de Atenco se dice que  es la más antigua del mundo y se ubica en su natal Estado de México, la Capital Metropolitana alberga a la plaza de toros más grande del planeta, formando parte  de la tauromaquia mexicana, se han elevado por el universo artistas como el maestro Agustín Lara, con su portentoso pasodoble ‘Silverio’, Lola Beltrán  llevó a tierras lejanas su interpretación del ‘Huapango Torero’, con los pinceles el maestro "Pancho" Flores puso a la pintura mexicana  en la cúspide del arte, que decir del  escultor de talla internacional Humberto Peraza, de el muralista del acero y el oleo Francisco Álvarez que ha plasmado la historia en dimensiones monumentales, en las letras  Luis Spota colocó su novela "Más cornadas da el hambre" como una clásica de la literatura taurina mundial, el editor Francisco Fernández y Soto abrió para los libros de sus autores el Aula Cultural de la Plaza de Madrid, en la cinematografía lo bravío ha hecho vibrar las fibras populares, el Capitulo Mexicano de la medicina taurina es ejemplo a seguir, además del ejército de artistas de las cámaras, ante todo esto Señor Presidente ¿No merece la Fiesta Brava seguir viviendo?.

domingo, 9 de diciembre de 2012

HABLEMOS DE TOROS

Fernando de Trazegnies Granda
Profesor principal de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú

Ya que estamos en plena temporada, ¡hablemos de toros!.

Un amigo me decía hace unos días que lo que a él le parecía mal en la fiesta taurina era que se trataba de un combate desigual..., lo que puede traducirse como abusivo. El torero -sostenía- tiene ayudantes que con la pica reducen la peligrosidad del toro, otros lo atolondran con las banderillas y el torero mismo tiene un estoque filudo y largo, mientras tanto, el pobre toro entra a esta lucha solamente con sus cuernos y su peso. No hay, pues equivalencia de fuerzas. Y concluía que un combate desigual deja de ser deportivo y se convierte en un espectáculo impropio.

Lo que me estaba diciendo con estas palabras es que veía la corrida de toros como una pelea de box donde se enfrentaba al campeón mundial de peso pesado contra un principiante del boxeo.

El argumento más contundente que me planteaba este amigo, para descartar toda posibilidad de responderle destacando la peligrosidad del toro, es que la prueba más evidente de la desigualdad de esta contienda estaba en el hecho de que normalmente gana el torero. Son muy raras las ocasiones en que gana el toro mandando al torero a la enfermería. Por lo general, es el torero quien lleva al toro hasta la muerte.

Sin embargo, pienso que el error fundamental de este razonamiento está en considerar la corrida de toros como un deporte, como un combate en que ambas partes intentar ganar puntos. La fiesta taurina no es una pelea de box ni una lucha de valetodo, donde ninguno de los luchadores puede usar un cuchillo además de su fuerza bruta para ganar al otro. Definitivamente, el toreo no es una competencia deportiva. Entenderlo de esa manera es no comprenderlo en absoluto.

La corrida de toros es un rito, es decir, un acto ceremonial que sigue ciertas normas y que busca expresar algo superior. Hay ritos religiosos (que muchas veces han incluido sacrificios de animales) que tratan de expresar la superioridad de un dios o que, mediante el agua, lavan las culpas del ser humano, hay ritos de cortesía como el protocolo diplomático que quiere dar fe del respeto que se debe a ciertos hombres públicos y a la jerarquía que existe entre ellos. La corrida de toros es un rito artístico, es decir un acto sujeto a reglas perfectamente establecidas en el que se pretende mostrar belleza a través de la elegancia del movimiento. Pero esta manifestación artística tiene la peculiaridad de que es una danza que se realiza al borde del abismo, jugando con el peligro, ya que, aunque normalmente el rito se cumple de manera cabal, no se puede negar que el torero está en peligro en todo momento y sabe perfectamente que tiene ese riesgo que constituye el costo de expresar la belleza.

Quizá debemos decir que el toreo implica dos ritos en un solo acto: uno se realiza como un homenaje a la Belleza, el otro, es un homenaje a la Razón. En la lidia, el torero destaca que la razón humana es superior a la fuerza bruta, enaltece la inteligencia sobre el poder material. Por consiguiente, para que se cumplan los fines del rito, el torero -que es el oficiante- no debe morir para así mostrar la superioridad de la inteligencia humana.

¿Que este rito requiere la muerte de un animal? Es verdad. Pero me pregunto si la muerte, en aras de la Belleza y de la Razón, de un toro que ha sido preparado para ello durante cuatro años en un ambiente totalmente libre y hasta bocólico, alguien la considera más oprobiosa que la de los toros comunes que son criados en pequeños establos donde no tienen espacio sino para comer y echarse en el suelo y que cuando todavía son "bebes" de año y medio son llevados a que les den un golpe en la cabeza, los degüellen y los cuelgen para que boten toda la sangre, a fin de que usted, amigo lector, y yo mismo, nos comamos su lomo, sus sesos y hasta sus interiores. Dejo planteada la pregunta.

jueves, 6 de diciembre de 2012

EL DEBER DEL TAURINO

Jesús Eduardo Villanueva Jiménez

A todos nos queda claro que nadie nace sabiendo o al menos, eso espero. Y en el caso de los toros, esta premisa es particularmente cierta, ya que se trata de un Arte en extremo complejo de entender cabalmente.  De igual forma, aquellos que gustamos de la tauromaquia constantemente vivimos en estos tiempos el asedio de aquellos denominados “anti taurinos”, que en su mayoría actúan de forma sistemática sin el menor dejo de razón, impulsados por una maquinaria superior a su entendimiento, que busca en ellos tan sólo el ruido que hacen y, que de este modo, obtiene un fin que va más allá de la protección de la vida de un animal que, irónicamente, no está en peligro de extinción, como sí lo están tantos otros miles de especies; siendo que este fin está ligado de forma más íntima con el poder político y el acarreo de votos. Sin embargo, hoy esa no es nuestra cuestión, ya trataré más a fondo a estos grupos de ciegas máquinas irracionales.

Como decía, es por el ataque de estos grupos radicales, que poco a poco han obtenido fuerza, beneficiados directamente por la desorganización, la apatía y la soberbia de aquellos que conforman el mosaico del mundo taurino, que cuando surgen desgracias como lo ocurrido en Cataluña y Bogotá con la prohibición más arbitraria que tengamos noticia en el mundo “libre” de occidente en los últimos tiempos o, lo sucedido en Ecuador y la trágica aparición de la intolerancia disfrazada de bondad con las corridas incruentas. Entonces es cuando el mundo taurino se sacude esa venda y se da cuenta que realmente no posee ningún escudo de invulnerabilidad, que no se trata de un superhéroe, ni de algún designio divino; la Fiesta es una maravilla generada por el hombre como todo Arte y que, como todo lo generado por el hombre, no es perene y puede desaparecer por la misma voluntad del hombre.

Cuando esto sucede, aquellos ligados al universo del toro se alarman y es entonces cuando voltean con ojos suplicantes a la población general, que muchas veces desconoce por completo la Fiesta por la misma soberbia del “taurino de cepa” que trataré más adelante. Y en ese clamor de misericordia, hacen un llamado para defender lo “nuestro”, la cultura, la historia, y tantas y tantas cosas que el grueso poblacional desconoce siquiera que están verdaderamente ligadas a su historia personal y a la de su patria, y que la tauromaquia conforma realmente parte inamovible e innegable de la historia y el desarrollo de los países hispanoparlantes. Finalmente, el resultado de tantos ataques a aquello taurino, aunado al clamor de los protagonistas es publicidad, bendita publicidad, que pareciera que es el amo y señor del mundo neoliberal en el que vivimos. Sin publicidad, no eres nada, nadie te conoce y por lo tanto, mueres por inanición.  Gracias a esta publicidad, la gente se empieza a acercar a la Fiesta, ya sea por morbo o por un interés genuino de conocer un poco del por qué esta actividad humana atrae de esta forma tan pasional, ya sea a sus defensores o sus detractores.

La Fiesta en sí misma, es un fenómeno sociológico digno de analizarse profundamente, da y quita, apasiona en todos sentidos; y, tan grande es, que muchos se juegan a diario la vida por y para ella. Por eso, esta publicidad es bien remunerada con un gran espectáculo que muestra de forma simbólica el juego de la vida misma. Es decir, el pueblo responde al llamado de alarma impulsado por esta publicidad y se encuentra con algo que va más allá de su comprensión, que bien puede agradarle o no, pero se percata que es algo que jamás volverá a pasar desapercibido en su vida.
 Este profano al mundo taurino, para quien siguen los ojos vendados y que aún se encuentra a merced de aquellos que desde fuera la vituperan a voluntad, sin una mano que lo guíe en su camino; que para poder postrarse ante la Fiesta, llega vapuleado por la desinformación de aquellos que se benefician de su ignorancia en el tema, y que quieren impedir que se acerque a conocerla, pues así podrá ser víctima fácil de sus artilugios y medio activo hacia sus fines viles. A pesar de este calvario, muchos son los que se acercan, que atraviesan ese túnel obscuro para confrontarse con su ignorancia, que reconocen poseerla, pero que ansían despojarse de ella,  muchas veces de manera desesperada. Después de este trance, la Fiesta los acoge. Los invita a adentrarse más y más en ella, les brinda a cambio sensaciones y emociones hasta ahora desconocidas por el neófito y lo impulsan a quitarse la venda de los ojos con ayuda de aquellos que previamente han sido bendecidos con el placer de vivir la Fiesta tiempo antes.

Desafortunadamente, para que un neófito pueda llegar a establecerse como “aficionado”, debe de pasar pruebas y poder sortearlas depende de las facultades y la voluntad de los recién llegados para buscar ampliar sus conocimientos. Ya que pueden caer en manos de aquellos que se autodenominan “taurinos de cepa”, y que se sienten con más derecho que cualquier otro por el simple hecho de llevar más tiempo asistiendo a las plazas de toros, porque han visto pasar a cientos de toreros, y que con mucha soberbia desprecian a esos neófitos. Estos “taurinos”, dominados por su ego, muchas veces alejan a estos posibles nuevos aficionados, los denominan “villamelones”, confunden el desconocimiento del recién llegado con estupidez. La pregunta es, ¿todos ellos nacieron sabiendo de toros? Nadie duda de sus conocimientos, pero ¿ellos son los poseedores de la verdad única?, ¿no es acaso posible que se hayan olvidado de una parte fundamental de la Fiesta, que es el sentimiento y la emoción que esta provoca?; ¿Se puede juzgar un sentimiento ajeno?; ¿Cabe en algún lugar esta soberbia?

La respuesta para mí es simple, estos aficionados “de cepa”, con “solera”, no le hacen ningún bien a la Fiesta que tanto dicen amar y defender. Por un lado, viven mendigando la atención de la mayoría de la población, suplicando que llenen los tendidos para que se vea que la Fiesta está más viva que nunca… pero por el otro, cuando aquellos pocos escogidos que logran vencer todas las adversidades arriba mencionadas van a la plaza y llenan los tendidos, los agreden y de la forma más cruel y despiadada, tachándolos con toda clase de sobrenombres y, finalmente, hacen sentir al neófito incómodo y terminan por alejarlo de las plazas.

Incluso entre aquellos que tarde a tarde frecuentan el recinto sagrado, donde toros y toreros ofrendan su vida  a cada instante, hay agresiones y descalificativos. La desunión se permea, los egos se exaltan, se respira la soberbia. Y si bien frontalmente se saludan, por las espaldas llevan la puntilla y se muestran despiadados con sus congéneres. Es por esto que la Fiesta está agonizante, porque hemos olvidado que ser taurino es algo más que asistir a las plazas tarde a tarde, que la tauromaquia es un bien común, al alcance de toda la población; que dista mucho de ser un bien suntuario destinado a un grupo de privilegiados. La Fiesta Brava es del pueblo y para el pueblo, es quizás una de las manifestaciones más democráticas generada por el hombre. Su misma historia nos debe recordar que el pueblo despojó a la nobleza de esta Fiesta y exigió su legítimo derecho sobre ella.

Nuestro deber como verdaderos taurinos, no es el acumular en la cabeza datos y fechas, nombres de toros y toreros famosos, no es creer que se es un “entendido”, no es pensar que se sabe más que el vecino en la barrera siguiente. Nuestro deber es primero recordar que la Fiesta de los toros es de todos, es de todo aquel que se acerque a ella. Que cualquiera que esté en presencia de esta magnífica manifestación humana, de esta representación de la vida, merece nuestro total y absoluto respeto. Y en caso de que se encuentre, a nuestro parecer, en un error o viviendo en la ignorancia, ayudarlo a salir de su estado. ¡Es nuestro deber como iniciados en el Arte de la Tauromaquia!  Debemos respetar los sentimientos, las emociones y los pareceres de los que no comparten nuestra opinión ni visión. Debemos de tomar del brazo a aquellos nuevos aficionados y conducirlos hasta la grandeza del conocimiento de este hermoso Arte. ¿Con qué finalidad? Con la de preservar por muchos siglos más esto que tanto amamos.

Es una triste realidad, sin nuevos aficionados, la Fiesta Brava morirá. Es nuestro deber acercar a aquellos que se interesan, y sobretodo mantener con un trato amable y digno a aquellos que buscan salir de su ignorancia. Si amamos esto realmente debemos despojarnos de toda soberbia, debemos de instruir, no destruir a los nuevos aficionados. Está en nuestras manos el futuro de la Fiesta, nuestra Fiesta de Sangre y Arena…

domingo, 2 de diciembre de 2012

LO SIENTO, PERO NO PIDO PERDÓN

Zabala de la Serna

Siento haber tildado a Juan López de Uralde de nazi por haberme puesto a la altura de todos los animalistas y antitaurinos (tampoco muchos) que a las puertas de las plazas de toros esperan a los aficionados con pancartas y gritos de "¡asesinos, asesinos!", "torturadores", "fascistas", sin que hasta la fecha ningún partido verde, o alguna de las 35 formaciones coligadas con Equo, que seguro en nada se relacionan, se haya disculpado por ello o retractado del acoso, la provocación y los insultos.  
Siento que Juan López de Uralde haya exigido la censura de los toros en TVE con la superioridad moral que piensa que le otorgan los 200.000 votos de Equo en las últimas elecciones frente a 1.200.000 espectadores del regreso de las retransmisiones taurinas a La 1.
Siento que el nacionalsocialismo se adelantase a todos los movimientos verdes con su política: la ley de protección de animales (la Reichs-Tierschutzgesetz de 1933), la ley de caza (Reichs-Jagdgesetz de 1934) y la ley de protección de la naturaleza (Reichs-Naturschutzgesetz de 1935). Es una putada histórica, así, sin comerlo ni beberlo, que no se debe mezclar con el genocidio del III Reich, ni lo pretendía. 
Siento que el ecologismo desprecie las 500.000 hectáreas dedicadas en España a la crianza del toro bravo acogen unos espacios naturales monumentales que protegen una biodiversidad formidable, sin solicitar ni necesitar de  leyes medioambientales; siento que no se valore que no hay torero ni ganadero que no se declare amante de la Naturaleza en la que viven. 
Siento y me preocupa, y esto es más grave, el concepto de libertad y derechos que a ultranza defiende Juan López de Uralde, según que temas. Siento que a Equo le parezca la reforma de la Ley del aborto, "un grave retroceso en el derecho de la mujer a decidir" y que al personal y a los aficionados a la Fiesta, en un asunto mucho más trivial y liviano, nos pretenda castrar el "derecho a elegir", si asistimos a una corrida o no.
Siento, aunque me repita, que Juan López de Uralde exija la censura televisiva por el mero hecho de creerse con una autoridad moral superior a una audiencia que multiplica por seis el número de votos de Equo; siento el papel tutelar de su formación hacia una sociedad adulta y democrática y la insana intención de negarle la posibilidad de escoger, sintonizar, respaldar o dar la espalda a La 1 cuando retransmita una corrida de toros; siento que quieran negarnos el derecho a educar a nuestros hijos con la responsabilidad de la potestad paterna.
Siento una invasión en los derechos de los 20 millones de espectadores presenciales - hay quien habla de 40, pero dejémoslo ahí- que hacen de la Fiesta de los Toros el segundo espectáculo de masas de España, que tributa a las arcas públicas en concepto de Seguridad Social, impuestos directos e indirectos millones y millones de euros que la legitiman ante el Estado y ante la Televisión de TODOS para aparecer en una cuota de pantalla como las otras artes de la Cultura: cine, teatro y música.
Siento leer tuits del animalismo que profesa Juan López de Uralde diciendo que la audiencia taurina también respaldaría la retransmisión en directo de una ejecución pública. O "el homicidio de un toro"...
Por todo, lo siento, Uralde. Pero no pido perdón