El mantenimiento de la dehesa para la cría de ganado bravo, supone la conservación de un biotopo de vital importancia para un sinfín de especies, muchas de ellas en gravísimo peligro de extinción.
Hablamos de especies emblemáticas de nuestra fauna ibérica, que viven bajo el cobijo del toro bravo, rey de las dehesas de España.
Estas especies son consideradas joyas de la fauna Ibérica, como por ejemplo el lince Ibérico, el águila imperial, el buitre negro, el búho real, la cigüeña negra, el meloncillo, el autillo, el cárabo común, el halcón peregrino, el alimoche, el buitre leonado, el Lobo Ibérico, la abutarda, la grulla, la ortega, la gineta, la garduña, el águila perdicera, el elanio azul, el águila real, el alcotán, el águila culebrera, la aguililla calzada, el milano real… y una gran familia de animales de nuestra importantísima fauna, que viven bajo el cobijo del toro de lidia, guardián de la dehesa…
La dehesa es un bosque claro de encinas, alcornoques, o también otros árboles del género Quercus, es decir, árboles cuyo fruto es la bellota…
La dehesa en su estrato inferior se compone de pastizales o matorrales y, en estos bosques donde la actividad del hombre ha sido intensa, generalmente están destinados al mantenimiento del ganado bravo, a la actividad cinegética o al aprovechamiento de otros productos forestales (leñas, corcho, setas, etc.). Es un ejemplo típico de sistema agrosilvopastoral… un ejemplo de sostenibilidad de los recursos forestales y de integración del hombre en el entorno natural sin destruirlo, aprovechando sus recursos...
La dehesa con toros bravos, es imagen indisoluble de nuestra España…
Resulta un ecosistema derivado del bosque mediterráneo, constituido por especies arbóreas del género Quercus, normalmente la encina y el alcornoque y un estrato herbáceo rico en pasto.
También se denomina con el término dehesa al tipo de gestión de fincas privadas destinadas a la explotación agro-ganadera sobre el bosque mediterráneo del que se obtienen múltiples recursos simultáneamente.
Se trata de un ecosistema derivado de la actividad humana a partir del bosque de encinas, alcornoques, etc. Es la consecuencia de conquistar al bosque terrenos para destinarlos a pastizales. Pasa por una fase inicial en la que se aclara el bosque denso para pasar a una segunda fase de control de la vegetación leñosa y la estabilización de los pastizales.
El sistema adehesado tiene una gran importancia económica y social en la Península Ibérica, tanto por su extensión superficial como por la función de fijación de población rural en sus núcleos. Reduciendo el flujo emigratorio y sus consecuencias (envejecimiento, incremento de tasas de mortalidad, reducción de tasas de actividad, abandono de explotaciones, etc).
La explotación de la dehesa suele coincidir con zonas que podríamos denominar “marginales”, tanto por su limitada vocación agraria (derivado de la pobreza de los suelos), como por la inexistencia de un tejido industrial, que se reduce a industrias agroalimentarias aisladas y de muy reducida capitalización.
Su extensión varía mucho según que autores, pero está entre los dos y los cuatro millones de hectáreas en la Península Ibérica, principalmente en el suroeste y oeste: Provincia de Córdoba (España), Salamanca, Extremadura, Huelva, Sierra Norte de Sevilla, piedemonte del Sistema Central en España y el Alentejo y Algarve en Portugal.
Las dehesas boyales, tan abundantes en España, eran terrenos comunales de los pueblos en donde podía pastar libremente el ganado de los vecinos.