viernes, 16 de septiembre de 2011

LA ESTOCADA, SUERTE IMPRESCINDIBLE EN EL ARTE DE TOREAR


Extractado de Aquilino Sánchez Nodal

LOS PODERES Y LOS ENCANTOS DE LA ESTOCADA

"...Queda claro que la suerte de matar es la verdad en el Arte de Torear..."


La estocada es una llave que abre o cierra las puertas a la gloria taurina. Determina el equilibrio y la ponderación de las corridas de toros y de los principales valores de la Fiesta. La suerte suprema es el eje en el que se integra su fuerza capital y constituye decisivamente a la denominación de quienes la ejecutan, matadores de toros. En este punto y final de la lidia se juzga la reputación de los diestros, halagos o críticas negativas a cargo del público que presencia la manera de realizarla que supondrán más o menos fama y por consiguiente muchos o pocos contratos.

Al principio de la lidia a pie todo lo que se realizaba durante la lidia del toro solo tenía una finalidad y carecía de más relevante interés. Se trataba de preparar al toro para su muerte. El máximo prestigio de un matador se determina por la perfección, la belleza y la eficacia en el arte de ejecutar esa suerte.

Queda claro que la suerte de matar es la verdad en el Arte de Torear. El toreo de capa, los picadores, las banderillas y una excelente faena de muleta son adornos necesarios para conseguir una buena muerte del toro. Si se pretende prescindir de la estocada la faena queda inconclusa, todo lo sucedido en la plaza de toros carece de sentido y quedaría en una forma sutil para prohibir la Fiesta, en un intento de acabar con ella comenzando por suprimir el final y seguir eliminando los demás tercios. La estocada es imprescindible para la esencia cultural, histórica, tradicional y litúrgica que emanan del Arte de Torear y para la perpetuación de los toros bravos como especie única de la Creación.

En una corrida de toros la suerte suprema condensa la plenitud, el sentimiento y la emoción. Por consiguiente, esos claros varones que creen que la propedéutica de unos contratos que adulteran el clasicismo y trastocan una corrida de toros en otra “cosa”. Hacen trampa y son matadores “camelo” guiados por un afán inmoderado de ganar unos duros extra, desfigurando la epístola moral y verdadera de la profesión de matador de toros. Cuando en Portugal claman por volver a las corridas de toros integras, en Quito se quitan la careta, maltratan y anulan la libertad, el derecho y la obligación de los aficionados, con la intención política de enmascarar sus corruptelas, imponer la injusticia y desviar el interés de la ciudadanía creando un problema nacional taurino tan innecesario como abstracto. A todos los malvados déspotas lo primero que se les ocurre es prohibir las corridas de toros para crear un caos en el pueblo llano y robar impunemente. La avaricia corrompe cerebros y crea monstruos.