domingo, 21 de septiembre de 2014

ALCANCES DE UNA PROVIDENCIA

Por: Luis Alfonso García Carmona, Director Ejecutivo ASOTAURO

Revuelo causó en el mundillo taurino, y en gran parte de la sociedad colombiana, el fallo de la Corte Constitucional, del cual se conoció su contenido a través de un comunicado de prensa de la misma Corte, por medio del cual se tutelaron los derechos impetrados por la Corporación Taurina de Bogotá que habían sido vulnerados en forma inconstitucional e ilegal por la Administración Petro.

Duró casi un año el período de incertidumbre, el cual fue aprovechado por enemigos de la Tauromaquia incrustados en los medios de comunicación, para hacer creer a los ciudadanos que la Fiesta Brava estaba por desaparecer en el país.

Por fortuna, vino la Corte a ratificar lo que siempre ha sostenido, es decir:

* Que la Tauromaquia es una expresión artística del ser humano y que, como parte que es de nuestra cultura, debe ser protegida por el Estado.

* Que dicha protección debe armonizarse con la morigeración o eliminación del maltrato animal, función que correspondería al legislador y no a las asambleas, concejos, alcaldes o autoridades administrativas en general.

* Enfatiza la falta de competencia de las autoridades locales para imponer al espectáculo taurino condiciones más restrictivas que las ya existentes en la ley, o para obligar a modificar su estructura impidiendo, por ejemplo, la muerte del toro.

Declaró, además, la Corte que la Administración Distrital incurrió en la vulneración al derecho fundamental al debido proceso y al derecho a la libre expresión artística, cuando revocó en forma unilateral y anticipada el contrato que tenía suscrito con la Corporación y supeditó la realización de espectáculos taurinos a la eliminación de la muerte del toro.

Falla, en consecuencia, ordenando la reanudación del espectáculo taurino en el plazo de 6 meses y le ordena de manera tajante “abstenerse de adelantar cualquier tipo de actuación administrativa que obstruya, impida o dilate“ el restablecimiento de la plaza de la Santamaría como recinto del espectáculo taurino.

No queda, en nuestra opinión, otra alternativa, al Alcalde Petro que acatar lo ordenado. Y a los taurinos, especialmente a los residentes en la capital, queda la tarea de convertirse en veedores de oficio para que el contundente fallo se cumpla.