sábado, 18 de diciembre de 2010

VARGAS LLOSA, NOBEL Y TAURINO


KOLDO LARREA

Diario de Navarra

Vargas Llosa, Nobel y taurino


TRIBUNA CULTURAL El novelista peruano ha defendido siempre la fiesta de los toros, "una de las más audaces y vistosas manifestaciones de la creatividad humana.

PREMIO Nobel de Literatura 2010. Se han escrito miles de artículos sobre este galardón. Unos para elogiar al premiado. Otros para criticarlo. Los más para intentar demostrar que el fallo del jurado ha hecho justicia. En infinidad, se ha desglosado su obra y su vida, hasta el detalle.

Pero, de manera intencionada o no, muy pocos han reflejado una de las más arraigadas aficiones del autor, la taurina. Sí, Mario Vargas Llosa es un gran aficionado a los toros. Así lo ha manifestado más de una vez. Al igual que Gabriel García Márquez, otro monstruo de las Letras, de la literatura. Los dos americanos; uno, de Perú; el segundo, de Colombia; ambos siguen sintiendo la pasión por la fiesta de los toros.

Poco antes de lograr el prestigioso galardón, el escritor peruano había declarado: "Si se prohíben las corridas de toros, habría que prohibir la langosta o el paté". Y también dejó clara después su postura tras la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. "Prohibir las corridas, además de un agravio a la libertad, es también jugar a las mentiras, negarse a ver a cara descubierta aquella verdad que es inseparable de la condición humana: que la muerte ronda a la vida y termina siempre por derrotarla. Que, en nuestra condición, ambas están siempre enfrascadas en una lucha permanente y que la crueldad -lo que los creyentes llaman el pecado o el mal- forma parte de ella, pero que, aun así, la vida es y puede ser hermosa, creativa, intensa y trascendente. Prohibir los toros no disminuirá en lo más mínimo esta verdad y, además de destruir una de las más audaces y vistosas manifestaciones de la creatividad humana, reorientará la violencia empozada en nuestra condición hacia formas más crudas y vulgares, y acaso nuestro prójimo".

Y es que Vargas Llosa no sólo vive la fiesta de los toros, la siente y la difunde. Prueba de ello son algunos de sus artículos publicados en los periódicos españoles de mayor difusión, como La última corrida o Torear y otras maldades. Por este último, ganó hace unos meses el premio Manuel Ramírez, galardón que concede el diario ABC. En él, relata una encendida discusión que mantuvo con una culta dama en el transcurso de una cena en Santo Domingo, a la que recordó que "la delicada langosta de la que ella estaba dando cuenta en esos mismos momentos y con evidente fruición había sido víctima, antes de llegar a su plato y a sus papilas gustativas, de un tratamiento infinitamente más cruel que un toro de lidia en un plaza y sin tener la más mínima posibilidad de desquitarse clavándole un picotazo al perverso cocinero".

En el mismo artículo, se puede leer: "Para quien goza con una extraordinaria faena, los toros representan una forma de alimento espiritual y emotivo tan intenso y enriquecedor como un concierto de Beethoven, una comedia de Shakespeare o un poema de Vallejo. Que, para saber que esto es cierto, no es indispensable asistir a una corrida. Basta con leer los poemas y los textos que los toros y los toreros habían inspirado a grandes poetas, como Lorca y Alberti, y ver los cuadros que, pintores como Goya o Picasso, han inmortalizado el arte del toreo, para advertir que para muchas, muchísimas personas, la fiesta de los toros es algo más complejo y sutil que un deporte, un espectáculo que tiene algo de danza y de pintura, de teatro y poesía, en el que la valentía, la destreza, la intuición, la gracia, la elegancia y la cercanía de la muerte se combinan para representar la condición humana".

Cuando se desplazó a Sevilla para recoger este premio, el Manuel Ramírez, el literato asistió a un tentadero en la finca El Parralejo, en plena sierra norte de la provincia sevillana, donde pasta la ganadería de Pepe Moya. Allí disfrutó con la exhibición de toreo que ofreció Finito de Córdoba.

Y del sur al norte. Vargas Llosa ha visitado Pamplona en tres ocasiones, dos -1975 y 2005- durante San Fermín. En una de ellas, según un reportaje publicado en este periódico, confesó lo siguiente: "Tras ver Sangre y Arena quise ser torero. Es una de las cosas más bellas que ha producido la cultura: arte, danza e invención. Es el teatro que puede terminar de una manera trágica como puede terminar la vida humana".

Quizá, tras leer estas líneas, sean ahora más los que no tienen duda alguna de que el toreo, el mundo del toro es cultura y que sirve de manantial cultural para todas las manifestaciones artísticas, incluida ella misma, la de torear, la del multisecular arte de Cúchares. Aunque todavía algunos se resistirán a creer esta innegable realidad. Cuestión de tiempo.