Williams Cárdenas Rubio
SGT de la Asociación Taurina Parlamentaria
Palacio del Senado
La Tauromaquia
es una manifestación cultural que durante siglos ha construido un
patrimonio material e inmaterial reconocido por todos los pueblosdel
mundo. Este reconocimiento se expresa cada año con la presencia de
cientos de miles de turistas de todas partes que asisten a las plazas de
toros a presenciar este espectáculo y que consumen cualquier género de
objetos relacionados con la Fiesta que se llevan como “souvenir” a sus
lugares de origen.
Durante
los últimos cuatro siglos la Tauromaquia ha ido evolucionando hasta el
espectáculo que vemos hoy. Es ésta una realidad incontrovertible, como
lo es también que la Tauromaquia nació en el Mar Mediterráneo y se
extendió hasta el Mar Caribe, del otro lado del Atlántico, donde se
practica y proyecta con extraordinaria intensidad desde los mismos años
del descubrimiento de América.
El
patrimonio de la Tauromaquia se ha ido constituyendo inveteradamente,
muchos se han dejado la vida en ello, y está integrado por las
prácticas, técnicas, ritos, liturgia taurina, usos y costumbres que se
han transmitido de generación en generación, en un proceso evolutivo y
modernizador que la ha llevado a ser reconocida como una de las bellas
artes.
Son
parte de éste patrimonio los instrumentos con que se practica el arte
de torear, capotes, muletas, espadas, algunas de ellas templadas en la
mas antigua tradición del forjamiento del acero, y muy particularmente,
esas obras de orfebrería que son los vestidos de torear, realizados por
sastres de toreros, un oficio que en muchos casos también se transmite
de generación en generación.
Igualmente
integran éste patrimonio los espacios donde la Tauromaquia se practica,
las plazas de toros, algunas de las cuales son verdaderos monumentos
arquitectónicos de siglos pasados y del presente, así como los espacios o
dehesas donde se cría el toro de lidia, ese animal único en su especie,
con cientos de miles de hectáreas dedicadas a su crianza, autenticas
reservas ecológicas y ambientales, sus cortijos, sus plazas de tientas,
etc.
Finalmente
conforman éste patrimonio los museos taurinos que son visitados por
miles de personas en cualquier parte del mundo, y mas específicamente,
lo integran las innumerables obras de arte que se han realizado sobre
el tema taurino en las mas diferentes expresiones de la cultura, la
pintura, la escultura, la literatura, la música, la poesía, el cine, el
cante, el baile, la publicidad, etc. Tantas que no serian suficientes
el Museo del Prado y el de Louvre juntos para albergarlas.
Muchos
de los artistas o literatos, filósofos, sociólogos o antropólogos que
se han acercado a la Tauromaquia para inmortalizarla con sus obras han
encontrado en ellas altas cotas de su expresión artística o
intelectual. Goya con su Tauromaquia, Federico García Lorca con su
Llanto por Ignacio Sánchez Mejias, Ernest Heminway con su Muerte en la
Tarde o su Verano Sangriento, la Tauromaquia de Picasso y el Güernica,
con el toro como testigo, Fernando Botero con su Obra Taurina, y así
muchísimos más. No en vano García Lorca la calificó como la fiesta más
culta del mundo.
Otros
herederos, como los aficionados, que tanto la disfrutamos, podemos
tener frente a dicho patrimonio dos actitudes: la de actuar como
herederos displicentes e irresponsables, no comprometidos, en cuyo caso
ese patrimonio corre serio riesgo de perderse, o por contrario asumir la
actitud del heredero responsable, que si bien no puede hacer nada por
incrementar ese patrimonio, si puede hacerlo por defenderlo, mantenerlo y
conservarlo.
Y
éste justamente es el compromiso que solicitamos a quienes podemos
hacer algo para que la Tauromaquia pueda ser reconocida definitivamente,
de una manera formal por la Unesco, como un bien que es Patrimonio
Cultural Inmaterial de la Humanidad.