domingo, 28 de abril de 2013

"LOS ANTITAURINOS CAEN EN UN TOTALITARISMO CULTURAL"

Mario Camoirano / Correo

Todos los años, en noviembre, se dan cita, en los alrededores de Acho, los amantes de la tauromaquia y sus detractores. Pero para estos últimos no son suficientes las escenificaciones y vituperios, también buscan prohibir o mutilar esta manifestación cultural con iniciativas legales. Jaime de Rivero, abogado y periodista taurino, en su reciente obra Derecho y Cultura Taurina, les sale al frente con argumentos jurídicos y reclama para los amantes a la "fiesta brava" la protección constitucional del derecho humano a la cultura.
Correo: Un argumento central del movimiento antitaurino es que ninguna tradición, por arraigada que sea, debe estar por encima de la razón y la moral.
Jaime de Rivero: Las corridas de toros en el Perú son una verdadera fiesta nacional que late intensamente en provincas y comunidades. Por ello, quienes pretenden imponer su oposición a dicho espectáculo, caen en un totalitarismo o avasallamiento cultural. Consideran sus valores culturales privilegiados y superiores, lo que les daría una suerte de legitimidad para arrasar con otros valores culturales. Afortunadamente, como parte de la permanente evolución de la defensa de los derechos humanos, a partir de la segunda mitad del siglo XX comenzaron a desarrollarse los llamados derechos de tercera generación, que entre otros aspectos promueven la tolerancia respecto de la diversidad cultural como uno de los caminos para asegurar la paz. Si revisas la historia de la humanidad, detrás de cada guerra ha existido un intento de un grupo por imponer su particular cultura a los demás.
C: ¿No es la tauromaquia precisamente una expresión del avasallamiento cultural que trajo consigo la conquista española del Perú?
JdR: Es verdad que las culturas precolombinas fueron avasalladas durante la Colonia y casi se extinguieron. Pero también lo es, como sostenía el maestro José Antonio del Busto, que desde el nacimiento del primer mestizo, el Inca Garcilaso de la Vega, se dio inicio a un sincretismo cultural. La tauromaquia, como el idioma castellano y la religión católica, es un elemento permanente de ese sincretismo. Las corridas de toros son tan peruanas como el pisco, la música criolla, la marinera, el caballo de paso o las danzas de tijeras.
C: Pero en ninguna de ellas se produce el sacrificio de un animal.
JdR: Ese aspecto no enerva su condición de manifestación cultural, ni es causa para su prohibición. Lo que sucede es que la corrida de toros constituye un desafío para la cultura occidental dominante. Tanto o más que el sacrificio del toro, a sus detractores les molesta el rito, que un grupo de personas se reúna para "admirar la muerte". Pero esto no hace sino poner de relieve la dualidad ética de la cultura dominante, que para cubrir sus necesidades alimenticias, así como sus placeres gastronómicos, recreativos o suntuarios, sacrifica a miles de millones de animales de manera permanente. Esta verdad, que se esconde en establos y mataderos, es la que la tauromaquia de alguna manera saca a la luz al mostrar con autenticidad la muerte del toro bravo.
C: ¿De qué manera la tauromaquia se encuentra protegida por la Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos?
JdR: El derecho a la cultura es inherente a la dignidad de todo ser humano y está reconocido en multitud de instrumentos internacionales, como la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la Convención Americana de Derechos Humanos. En todos estos tratados, de los que el Perú es parte, se reconoce que los individuos tienen el derecho de participar en la vida cultural de su comunidad, como espectador, intérprete u organizador. Además, esos tratados impiden al Estado Peruano adoptar medidas o políticas públicas que atenten contra la conservación, desarrollo y difusión de las distintas manifestaciones culturales.
C: Pero en el Perú el Tribunal Constitucional (TC) declaró que no existe ningún argumento racional que justifique que el ser humano someta a torturas y dé muerte a los animales; más aún en espectáculos públicos.
JdR: Afortunadamente, el propio TC, en sentencias posteriores, ha sepultado ese argumento inverosímil. Primero, en la sentencia sobre la hoja de coca declaró que el Estado está obligado a respetar, reafirmar y promover todas las costumbres y manifestaciones culturales que forman parte de una sociedad pluricultural como la peruana, siempre que tales prácticas respeten los derechos fundamentales de las personas. Luego, en el 2011, reconoció expresamente el carácter de manifestación cultural de la tauromaquia y que por tanto las corridas de toros no pueden afectar la dignidad ni los derechos de quienes reprueben dicha práctica, en la medida que no sean obligados a presenciarlas.
C: ¿Qué pasaría en caso de prosperar un eventual referéndum respecto de una iniciativa legislativa para prohibir las corridas de toros?
JdR: El propio artículo 32° de la Constitución reconoce que no puede someterse a referéndum la supresión o disminución de derechos fundamentales. Los derechos culturales existen para proteger a las culturas minoritarias de las dominantes. Precisamente por ello su supervivencia no puede quedar sometida a una votación o referéndum que pretendería legitimar el abuso de una mayoría sobre una minoría.
C: Algunas personas proponen que se mantengan las corridas, pero eliminando las suertes que causan sufrimiento al animal, como las picas, las banderillas o la muerte del animal.
JdR: Esa propuesta no pretende salvar la vida del toro, solo impedir que los espectadores presencien su muerte. El verdadero propósito es destruir el espectáculo. El rito taurino posee una estructura ordenada, no por azar o crueldad, sino para la consecución de un fin. Como dice el maestro De Cossío, en la lidia se busca domeñar al toro. La disminución progresiva de sus facultades, por la pérdida de sangre, debe ser suficiente, pero no excesiva, para templar el espíritu de la fiera antes del lance definitivo. Sería tan absurdo como eliminar los arcos en una cancha de fútbol. Sin goles no hay espectáculo y la afición acabaría.
C: Finalmente, ¿qué opina del proyecto para prohibir el ingreso de menores a las corridas?
JdR: Es otra manera en que los antitaurinos pretenden someter a agonía esta manifestación cultural, impidiendo de paso la formación y desarrollo de nuevos toreros. Es un artificio sensacionalista y melodramático que busca cautivar a la población apelando deslealmente al interés más noble, como lo es la niñez.

domingo, 21 de abril de 2013

LOS TOROS EN EL PERÚ TIENEN UN ANTES Y UN DESPUÉS DE RAFAEL PUGA

EL VITO
desde Lima


El Perú es la carta de triunfo que puede jugar, con toda confianza, el movimiento taurino mundial en la búsqueda de la declaración de la UNESCO a los Toros como Patrimonio Intangible de la Humanidad. Y este logro tiene un nombre, el matador de toros Rafael Puga Castro.

Este torero, el más importante de todos los coletas profesionales del Perú, tiene una vida profesional de bajo perfil, pero reconocida a los más altos niveles del toreo. Hijo y hermano de personajes de gran influencia política, ganadera y económica se vio arrinconado cuando el dictador Velasco Alvarado tomó el poder.

El general Velasco Alvarado (1968-1975), antecedente continental a Hugo Chávez, se dedicó a quebrarle el espinazo a la propiedad privada durante el negro período de su revolución que hundió al Perú como ahora está hundida Venezuela. Puga Castro como miles de jóvenes emprendedores, fue desplazado de los cuadros de producción agropecuaria, como técnico de probado éxito.

Rafael Puga no buscó escondite ni se expresó con lamentos, y como sabía torear buscó el camino del torero profesional. Había sido el único becerrista, y fue el único novillero en cortar un rabo en Acho. Más tarde cortaría otro como matador de toros en la plaza más importante de América.

Viajo a España apoderado por la Casa Dominguín, hizo contacto con Antonio Ordóñez, de quien tenía las formas de su expresión artística y regresó a Lima convertido en matador de toros. Puga se hizo el amo del toreo en el Perú, como el más completo de todos los que existían y existieron antes que él. 

Los toros en el Perú tienen un antes y un después de Rafael Puga.

Pero el toreo en el Perú no es sólo Lima, tampoco Acho. Acho y Lima son escenarios importantes, son junto a México los más importantes y respetados de América. En el Perú la Fiesta de los Toros vive y es parte de la cultura de los peruanos en el interior del país. En la actualidad se celebran 453 espectáculos taurinos, que comparados con los 10 que se organizan en Acho, entre las corridas para la Feria del Señor de los Milagros, uno que otro festival, las novilladas y pare usted de contar son insignificantes en número aunque muy representativos de la catadura de la afición limeña, muy importante.

El carácter vocacional de Rafael Puga le impidió participar en el sincretismo taurino que él encontró en el Perú cuando alcanzó el rango de matador de toros, y el reconocimiento de los más destacados maestros del toreo con los que compitió en Acho. Puga se dispuso participar en las corridas de toros a la peruana, en la sierra, en las capitales, en la selva, pero imponía cómo debían realizarse. Lo primero que hizo fue imponer el caballo, que se picaran los toros. Impuso el respeto a la jerarquía de los rangos y sembró, pueblo por pueblo, año tras año sin restarle personalidad e identidad a los toros a la peruana.

Hoy los venezolanos entendemos por los resultados que tenemos de nuestros toreros la importancia de lo realizado por Rafael Puga, entre estos está la hechura del más esperanzador de toros: Jesús Enrique Colombo. Y están los muchos toreros criollos que buscan los horizontes en la nación hermana para hacerse de un oficio.

Hay que destacar que todo  lo logrado no ha sido fácil. Y no lo ha sido porque Rafael Puga Castro tuvo como principales opositores a su proyecto a los aficionados más ortodoxos, que en realidad eran los mejores aficionados taurinos de Lima, los ganaderos y los propios profesionales del toreo que no entendían lo que sí veía claro Rafael Puga, el Perú que hoy es la carta de triunfo que pudieran poner sobre la mesa las organizaciones taurinas que en América y en Europa intentan blindar la fiesta de los toros contra las peligrosas embestidas de los antitaurinos.

domingo, 14 de abril de 2013

EL APORTE BENÉFICO DE LAS CORRIDAS DE TOROS


Jaime de Rivero

Es probable que la responsabilidad social naciera en la fiesta de los toros. Por siglos, la tauromaquia ha contribuido a la sociedad apoyando causas altruistas como ningún otro espectáculo.


La historia afirma que San Martín y Bolívar propiciaron festejos taurinos para sufragar la libertad continental. Igual sucedió unas décadas después, cuando fue necesario vestir y alimentar a los patriotas que se enfrentaron a los chilenos. La fiesta brava también contribuyó a la construcción del ferrocarril a La Oroya, la ampliación del hospital Loayza y la restauración del templo de Santo Domingo. 

En el siglo XX, Jorge Basadre promovió corridas de toros para restaurar la Biblioteca Nacional, luego del incendio de 1943. También se celebraron muchísimos festejos a beneficio de las compañías de bomberos, la Policía, el Hogar de Niñas Desamparadas, el Colegio de Inválidos, la Liga Contra el Cáncer, la Cruz Roja, la Clínica San Juan de Dios, entre otros.

Actualmente, más de quinientos pueblos recurren a los toros para financiar la construcción de carreteras, hospitales, colegios y otros proyectos comunales. Este fenómeno cooperativo está unido a las fiestas patronales que siempre se celebran con corridas de toros y que son organizadas por los pobladores y sus autoridades, siguiendo un viejo ritual de mayordomías. Al no existir empresa taurina, la ganancia se invierte en provecho de la colectividad.

La plaza de Acho sostiene buena parte del presupuesto de la Beneficencia Pública. El Puericultorio Pérez Aranibar y el asilo Canevaro dependen de la feria taurina, que este año aportará dos millones de soles para ayudar a los más humildes.  

Quien pretenda abolir esta fiesta no sólo se enfrentará al repudio de millones de peruanos; también deberá precisar cómo reemplazará el dinero y los impuestos que se perderán en  perjuicio del pueblo.

domingo, 7 de abril de 2013

ORGANIZACIÓN DEFENSORA DE LOS ANIMALES "PETA" PRÁCTICA LA EUTANASIA A MILES DE MASCOTAS


Mundotoro

PETA: Eutanasia a miles de mascotas sí, toros no.
Sacrificó a 20.000 animales desde 2002.
El 89% de los perros y gatos que recibió en su sede uno de los mayores bastiones antitaurinos y una de las mayores organizaciones en defensa de los animales, fueron sacrificados por inyección letal.

PETA, uno de los mayores bastiones de los antitaurinos y una de las mayores organizaciones en defensa de los animales, también mata.  Aunque a muchos les parezca extraño, o incongruente, la organización Personas por el Trato Ético a Animales (PETA) ha practicado la eutanasia por inyección letal con perros y gatos sacrificando a más de 20.000 animales en los últimos once años, según informes aportados por el Estado de Virginia que han sido ahora revelados por Nathan Winograd, un activista por las políticas de sacrificio cero con mascotas.

Según las fuentes aportadas por Winograd, sólo en 2012, PETA, la defensora de los animales y ferviente activista contra la tauromaquia, sacrificó de forma sistemática e indiscriminada a 662 perros de los 733 que recibió en su sede de Norfolk (Virginia) y solo 12 fueron adoptados en un nuevo hogar; unas cifras muy similares a los gatos: De 1.110, 1.045 fueron eutanasiados, según informa El Diario Vasco.

Las cifras de Winograd, extraídas de informes e inspecciones del Estado de Virginia, revelan que el 89% de las mascotas que recibe PETA es sacrificado de forma sistemática e indiscriminada, incluyendo a animales sanos y perfectamente adoptables y además sin que en su ejecución se valoren problemas de salud o de conducta, según revelan los opositores a este tipo de prácticas como Winograd, quien también ha sacado a la luz impactantes imágenes en las que se muestran decenas de cadáveres de perros y gatos tirados por el suelo, amontonados en bolsas de basura y almacenados en una gran nevera.

La misma organización que a nivel mundial lanza campañas publicitarias y de toda índole en contra de la tauromaquia, y contra las malas prácticas en mataderos, o el uso de pieles, se jacta además de no estar de acuerdo con las políticas de sacrificio cero de mascotas asegurando que la suya, la de matar perros y gatos, es una tarea dolorosa que nadie desea hacer: "Nuestro servicio es proveer una muerte pacífica y sin dolor a los animales que nadie quiere", según afirma la cofundadora de PETA, Ingrid Newkirk. Una doble moral muy difícil de defender, y más con estos datos.